01/04/2012
��No soy de aqu�. Llegamos una tarde, cuando yo era peque�a. Mientras pap� buscaba trabajo, yo me quedaba en la escuela... como un bicho raro�. Este es el comienzo de un cuento que tiene una importante raz�n de ser, puesto que retrata una realidad que cada d�a se repite: la de aquellos que abandonan la seguridad de un entorno conocido por la incertidumbre de un sitio diferente en el que se convierten en los reci�n llegados, son ellos quien deben hacer un gran esfuerzo por acomodarse a todo lo que les rodea para ser aceptados por los dem�s. Y si esta adaptaci�n es compleja y genera ansiedad en los adultos, lo es igualmente para los ni�os que quiz� no comprenden el porque del cambio. Inquieta y desubicada se siente Eloisa, que nos cuenta c�mo se iba sucediendo su dia a dia en los primeros tiempos de su traslado a otra ciudad, c�mo todo le era ajeno, y como ve�a a la gente que la rodeaba incluso con un aspecto exterior muy distinto, igual que si fueran bichos raros... �O lo era ella?
Tal y como aparece reflejado en unas ilustraciones de gran hermosura y simbolismo, el ambiente en el que la ni�a se mueve pasa de parecer desagradable y hostil a convertirse en parte de ella misma de forma que, aquellos a quienes ve�a como enemigos se fueron convirtiendo en lo que en realidad eran, otros ni�os como ella que solamente sent�an curiosidad hacia una desconocida. Sin duda, el mensaje con el que debemos quedarnos es el mismo que nos manda al final una Eloisa ya crecida: nuestra patria no est� donde nacemos, sino donde aprendemos a vivir.�
(Lucas Estevan, Heraldo de Arag�n)